Trabajo sexual en Costa Rica: historia, regulación y transformación social

Nov 13, 2025
Trabajo sexual en Costa Rica: historia, regulación y transformación social
Photo by David Suarez / Unsplash

La historia del trabajo sexual en Costa Rica se remonta a la época colonial, cuando esta actividad empezó a registrarse en los centros urbanos y portuarios más conocidos del país. Desde ese entonces, su evolución ha ido de la mano de los cambios sociales y económicos. 

Durante el siglo pasado, la urbanización de las poblaciones, la migración interna y la llegada del turismo internacional transformaron la dinámica del trabajo sexual, convirtiéndola en visible a la vez que compleja. 

Y hoy, y al igual que otros países de Latinoamérica, Costa Rica mantiene una postura legal y ambigua respecto a esta profesión: el trabajo sexual voluntario y entre adultos es lícito, pero el proxenetismo y la trata están penalizados. 

De la colonia a la actualidad: una evolución marcada por el contexto económico

Para entender la situación actual del trabajo sexual en el país hay que echar la mirada hacia atrás.

El trabajo sexual en la época colonial 

Los primeros registros sobre esta profesión datan del siglo XVIII en las zonas portuarias del Caribe y el Pacífico. Allí, marineros y comerciantes eran los clientes más habituales en los inicios de la economía sexual del país. 

En ese entonces, la prostitución se consideraba como un mal social inevitable por las autoridades civiles y religiosas. Aunque era tolerada en ciertos espacios urbanos, era severamente castigada cuando quebrantaba los límites de la moral pública. 

Siglo XX

Avanzando al siglo XX, la expansión de San José la convirtió en la capital moderna, atrayendo a miles de mujeres del campo en busca de oportunidades laborales. 

Allí, algunas encontraron en esta actividad una alternativa económica ante la falta de un empleo formal. Y ante esta tendencia creciente, las autoridades locales aplicaron controles sanitarios y reglamentos policiales para regular el trabajo sexual sin reconocerlo como tal de forma legítima.

El turismo sexual y la era moderna 

A partir de los años ochenta, Costa Rica empezó a atraer al turismo internacional, convirtiéndose en un destino turístico exótico. Con ello, surgió un turismo sexual en las zonas costeras del país.

Y si bien las trabajadoras sexuales locales aprovecharon la nueva demanda, también empezó a crecer la preocupación sobre la trata y la explotación hasta el día de hoy. 

Como hemos mencionado, en el país el trabajo sexual independiente, voluntario y adulto no se considera un delito. En cambio, el Código Penal costarricense sanciona las actividades relacionadas con el proxenetismo, la explotación con fines sexuales y la trata de personas, aplicando penas de mayor gravedad cuando hay coerción o menores de edad involucrados.

“Será reprimido con prisión de dos a seis años quien promueva o facilite la prostitución ajena o participe en ella con ánimo de lucro.” Artículo 169, Código Penal de Costa Rica.

A través del Ministerio de Salud, el Estado tiene las competencias en materia sanitaria, y las diferentes municipalidades pueden intervenir en la regulación del uso del espacio público para esta actividad. 

Por otro lado, no hay un registro oficial de trabajadorxs sexuales ni un sistema obligatorio de licencias. Sin embargo, las autoridades locales pueden aplicar controles en zonas donde esta actividad se desarrolla visiblemente. Es por ello que las personas del colectivo suelen operar de forma independiente o a través de bares, hoteles o agencias de acompañamiento. 

Ante este panorama, en los últimos años, organizaciones del gremio como la Asociación La Sala y RedTraSex siguen reclamando el reconocimiento del trabajo sexual como una actividad laboral legítima y abogando por el acceso a derechos básicos como atención a la salud, seguridad social y protección frente a la violencia institucional.

¿Qué sucede con el turismo y el trabajo sexual? Una relación tan real como compleja

Como hemos mencionado anteriormente, el desarrollo del turismo en Costa Rica en el siglo XX tuvo un impacto decisivo en la expansión y visibilidad del trabajo sexual. Es en las zonas costeras y turísticas, como son Jacó, Tamarindo, Quepos y Puerto Limón, donde esta actividad tiene mayor afluencia debido a la presencia de turistas extranjeros y locales. 

Con ello, se ha normalizado la oferta sexual como parte de la economía informal. Sin embargo, la mayor preocupación es la trata y la explotación sexual por parte de terceros, una realidad que también se replica en Chile y el turismo sexual en sus zonas fronterizas

Es por ello que autoridades como la Policía de Migración e instituciones como el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) elaboran campañas de prevención dirigidas a identificar casos de explotación, especialmente en contextos turísticos.

La percepción social y el debate público en torno al trabajo sexual costarricense

En la sociedad costarricense actual, el trabajo sexual se mueve entre el estigma y las contradicciones. Por un lado, existe cierta tolerancia social hacia esta actividad adulta y voluntaria, pero, por el otro, aún hay prejuicios y discriminación hacia quienes la ejercen. Esto dificulta su acceso a derechos básicos y a su reconocimiento. 

Las organizaciones feministas y de derechos humanos están divididas. Algunos grupos promueven la abolición del trabajo sexual al considerarlo una forma de explotación patriarcal, mientras que otros defienden la autodeterminación y la regulación como vía para garantizar derechos. Y el Estado, hasta ahora, ha optado por mantener una posición pragmática, es decir, no penalizar, pero tampoco reconocer este ejercicio formalmente.