Cuando el sexo es trabajo: cómo mantener una relación sana con la sexualidad

Oct 9, 2025
Cuando el sexo es trabajo: cómo mantener una relación sana con la sexualidad
Photo by Lauren Richmond / Unsplash

Cuando el sexo se convierte en una actividad remunerada, no solo implica riesgos físicos, sino también retos a nivel emocional y mental. En Colombia, el trabajo sexual está reconocido como lícito por la Corte Constitucional. Sin embargo, el marco legal aún es ambiguo y deja a muchas personas del gremio en una zona gris que influye directamente en su bienestar psicológico. Una situación que, debido a la falta de protección laboral y el estigma asociado al oficio,  genera una carga mental que puede derivar en ansiedad, estrés o aislamiento.

Un estudio con 34 mujeres cisgénero en Colombia concluyó que el estigma institucional, la insensibilidad de proveedores de salud, el abuso policial y la desaprobación social generan ansiedad, desconfianza y retraimiento emocional.

Sumado a esto, mantener relaciones sexuales con personas anónimas y a diario suele tener una carga aún más pesada, sobre todo cuando se empieza a ejercer. De ahí que mantener una relación sana con la sexualidad sea tan importante en el trabajo sexual. 

La sexualidad como parte del trabajo: una perspectiva para entenderla

El trabajo sexual, o cualquier modalidad derivada de ello, no necesariamente se reduce a actos mecánicos: conlleva comunicación, negociación, límites y factores externos como la demanda o exigencias de los clientes. Bajo esta óptica, en la sexualidad profesional el cuerpo, el deseo y la gestión emocional deben convivir de la mejor forma posible para proporcionar sustento. 

Además, la realidad del trabajo sexual en Colombia también influye en el bienestar de las personas que ejercen. El contexto legal ambiguo influye en la manera en que las personas pueden acceder a derechos laborales y a servicios de salud sin discriminación. De ahí que entender el sexo de pago desde un punto de vista humano, sobre todo psicológico, ayude a desmontar prejuicios y a humanizar las condiciones en las que se desarrolla.

Un estudio de la Universidad Javeriana reveló que el 84 % de 21 mujeres migrantes venezolanas explotadas sexualmente en Colombia presentaron impactos significativos en su salud mental, incluyendo síntomas de depresión, ansiedad y estrés postraumático.

Cuando la sexualidad forma parte de un contrato o de una actividad laboral, es muy importante saber separar lo que ocurre “por trabajo” de lo que sucede “por placer”. En el ámbito íntimo personal, se busca conexión, espontaneidad y deseo genuino. Pero en el trabajo, el objetivo es diferente, pues se busca satisfacer expectativas del cliente, negociar límites o construir una experiencia para ser remunerado. Esta distinción es clave para que las personas que ejercen no se desgasten psicológicamente y que la sexualidad personal no quede subordinada al desempeño profesional.

Por lo tanto, el trabajo sexual no solo es corporal: hay desgaste emocional, exposición al juicio social, posibles rechazos o agresiones, presión para mantener el deseo o la apariencia. Si no se cuida la mente, el cuerpo reflejará el impacto. 

La desconexión emocional, el impacto más habitual en el trabajo sexual

Uno de los desafíos más frecuentes entre sex workers es que ciertos días la falta de ganas y deseo hagan de la jornada laboral un reto. Incluso suele aparecer lo que se conoce como disociación emocional o el hecho de “apagar” los sentimientos para cumplir con el compromiso. Esto, a largo plazo, puede generar distanciamiento interior con el propio cuerpo o sentir una sensación de vacío. 

Si esta desconexión es habitual, puede evolucionar en despersonalización, un fenómeno psicológico en el que la persona siente que observa su cuerpo o sus acciones desde fuera, como si no le pertenecieran. Se trata de una respuesta de defensa del cerebro ante situaciones de alto estrés o sobreexposición emocional y, aunque esta puede actuar como un mecanismo temporal de protección, no es algo positivo a largo plazo. Por lo que reconocerla y buscar apoyo psicológico es esencial.

El estigma hacia el trabajo sexual en Colombia también genera heridas mentales, pues la discriminación, las agresiones y las presiones sociales terminan afectando a la autoestima. Esta carga pesa sobre la identidad y puede hacer que una persona sienta que su valor depende del juicio ajeno o del rendimiento sexual. De ahí que los casos de ansiedad y depresión sean frecuentes entre trabajadoras sexuales, aunque rara vez se reportan oficialmente por miedo al estigma.

El impacto físico del sexo cuando es trabajo

La salud física también es un pilar fundamental cuando se trata de ejercer sexo de pago. Y es que la prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS) requiere atención constante: el uso de preservativos en encuentros con clientes, calendario de vacunaciones, sobre todo la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), las pruebas anuales y la atención médica oportuna son herramientas esenciales. 

Sin embargo, el acceso a estos servicios sigue siendo desigual en Colombia. En muchas zonas del país, las personas que ejercen la prostitución encuentran impedimentos en el sistema de salud, desde actitudes discriminatorias hasta la falta de programas especializados. De ahí que muchos se apoyen en organizaciones de trabajadorxs sexuales y grupos dentro del colectivo. 

Cómo mantener una relación equilibrada con la sexualidad en el sexo pago

Conocer los límites físicos y emocionales de uno mismo a la hora de ejercer trabajo sexual es fundamental, y dejarlos claros con los clientes, ya sea en horarios, localizaciones o tipos de servicio, da una base de seguridad. Además, reconocer las propias emociones y sentimientos ayuda a mantener claridad entre trabajo y vida íntima.

Asimismo, en cuanto a sexualidad personal, es muy importante cultivarla totalmente libre de obligaciones. Es decir, tener momentos para la propia intimidad, ya sea a través de la masturbación, la exploración de fantasías o las relaciones basadas en deseo genuino. Todo ello contribuye a recordar que el placer no pertenece solo al trabajo

En definitiva, establecer rutinas para cuidar cuerpo y mente sostiene la salud y el bienestar emocional a largo plazo: desde descanso real entre jornadas hasta actividades no relacionadas con el sexo.

Estrategias de desconexión y apoyo psicológico en trabajo sexual

Desconectar mentalmente después de una jornada de trabajo sexual es una práctica esencial para preservar la estabilidad psicológica. Y para ello, el uso de técnicas aplicadas ayuda a reducir la sobrecarga emocional y a recuperar el sentido de individualidad. De hecho, en terapia, algunas de las más habituales y recomendadas son: 

  • Desactivación corporal progresiva: tras cada encuentro, realizar un estiramiento lento de cuello, hombros y espalda, seguido de respiraciones profundas. Esta técnica ayuda al cuerpo a salir del estado de alerta asociado al contacto físico constante.
  • Técnica del cierre simbólico: adoptar un pequeño ritual diario que marque el fin de la jornada. Por ejemplo, encender una vela, darse una ducha con agua tibia o cambiar la iluminación del espacio. El cerebro asocia esa acción al descanso y a la recuperación emocional a corto-medio plazo.
  • Técnica del doble espacio: imaginar mentalmente dos escenarios distintos (el laboral y el personal) y visualizarlos como lugares separados. Este ejercicio refuerza la separación mental entre ambos.
  • Terapia sensorial ligera: usar olores, texturas o sonidos relajantes para “borrar” la carga del ambiente laboral. Un baño aromático o una playlist tranquila son sencillas pero efectivas.

Estas estrategias pueden parecer sencillas, pero permiten cerrar emocionalmente el ciclo laboral. Por lo que se recomienda implementarlas de forma constante para recuperar la calma y mantener una relación más sana con uno mismo.

Además, contar con apoyo colectivo clave. En Colombia existen asociaciones y colectivos que acompañan a las personas que ejercen el trabajo sexual y ofrecen apoyo emocional y psicológico. Uno de ellos es Casa de Todas, en Bogotá, que brinda atención psicosocial, asesoría jurídica y talleres enfocados en el bienestar emocional de las mujeres que realizan trabajo sexual. 

Otro ejemplo es ASMUBULI (Asociación de Mujeres Buscando Libertad), también en la capital, que ofrece espacios de autocuidado y acompañamiento psicológico, entre otras tareas relacionadas con derechos. También, en otras regiones del país, la Corporación Calle 7 impulsa actividades de apoyo, promoviendo la salud mental y la organización colectiva. 

Estas iniciativas suponen refugios reales frente al estigma y la soledad de quienes ejercen la prostitución, y muestran que el bienestar psicológico también se construye desde la comunidad.

Cuerpo, mente y oficio en equilibrio 

En definitiva, cuando el sexo es trabajo, no tiene por qué generar una relación insana con el cuerpo o las emociones. Es posible trabajar una sexualidad consciente, equilibrada y resiliente en uno mismo. Reconocer las emociones y crear límites saludables son pasos que fortalecen el bienestar integral, además de apoyarse en sencillas técnicas psicológicas y grupos dentro del sector. Porque con práctica, información y apoyo, se puede mantener una relación sana con la sexualidad incluso cuando forma parte de una labor remunerada.