Prostitución y arte contemporáneo en Colombia: donde una imagen vale más que mil palabras

Oct 20, 2025
Prostitución y arte contemporáneo en Colombia: donde una imagen vale más que mil palabras
Photo by Pascal Bernardon / Unsplash

En los muros de Santa Fe, el ruido de la noche se mezcla con la supervivencia de miles de mujeres, personas transexuales y hombres. Y aquí, las historias se pintan antes de ser escritas. 

En barrios urbanos como este han dado pie a un diálogo artístico que transforma el cuerpo en testimonio, memoria y denuncia. Así, ya sea a través de murales, de proyectos fotográficos o de intervención urbana, las trabajadoras sexuales participan o son retratadas por artistas y colectivos que visibilizan su experiencia, dejando un legado a la vista de todos. 

De la marginalidad a la  representación artística

La prostitución urbana en Colombia suele ejercerse en las conocidas zonas de tolerancia, donde convergen dinámicas sociales complejas: economía informal, estigmas de género, migración interna, precariedad, violencia y abuso. Y de todo el país, el barrio de Santa Fe en Bogotá es el más conocido, pues se ha documentado que muchas mujeres jóvenes se desplazan allí para ejercer el trabajo sexual en garajes o locales informales. 

A esto se le suma que los medios tradicionales han tendido a reproducir estereotipos sobre las trabajadoras sexuales, el “sexoturismo” y la marginalidad de la zona. Sin embargo, el arte contemporáneo entra aquí como contranarrativa: un medio para cuestionar la mirada dominante y generar espacios de reflexión desde la propia experiencia.

El arte como testimonio: obras en Santa Fe que narran desde adentro

A lo largo del país, hay fotógrafas, artistas visuales y colectivos que han documentado la realidad de las trabajadoras sexuales como sujetos activos, en lugar de meros objetos de visualización.

En la avenida Caracas, entre calles 26 y 13 del barrio de Santa Fe, se han pintado murales colectivos dentro del marco del Festival de las Artes Valientes, promovido por Idartes. Estas piezas son el resultado de procesos de creación participativa con mujeres trans trabajadoras sexuales y vecinos del sector, con el objetivo de resignificar la zona de tolerancia y transformar los muros en memoria viva del barrio.

Otro proyecto visual es el “Akimbo: Arte, corporalidad y espacio público”, que documenta un mural realizado por mujeres trans trabajadoras sexuales de Santa Fe en el marco de diálogos sobre paz urbana.

Sin embargo, la creatividad no solo se queda en los murales, pues aquí también se desarrollan iniciativas colectivas de arte que involucran a trabajadoras sexuales y a otras poblaciones marginadas. Un ejemplo es el proyecto Olimpo Lab, que en su sede-taller en el mismo barrio trabaja con mujeres trans y trabajadoras sexuales en talleres de moda responsable y creación artística.

Asimismo, el edificio conocido como El Castillo (Calle 23 No. 14‑19), antiguo prostíbulo del barrio, fue convertido en centro cultural y artístico bajo el nombre “El Castillo de las Artes”. Actualmente, alberga talleres de fotografía, danza, arte urbano y pole dance destinados a trabajadoras sexuales, personas trans, migrantes y habitantes de calle.

Con estos proyectos, el paisaje urbano de Santa Fe se convierte en un lienzo colectivo donde el arte no solo se convierte en memoria, sino también en medio de resistencia e integración. Así, los muros y espacios antes asociados con la exclusión se transforman en soportes visuales de dignidad, convivencia y transformación cultural.

Medellín y Cartagena, otras ciudades con expresiones artísticas 

El caso de Santa Fe en Bogotá es el más visible, pero no el único. Grafiteras como la caleña Nandy Mondragón alzan la voz contra la violencia sexual en sus obras de arte callejeras.

En Medellín, colectivos culturales como Casa Kolacho trabajan con jóvenes de barrios populares en proyectos de muralismo, hip hop y memoria urbana. Si bien su labor no se centra directamente en la prostitución, sí aborda temas de desigualdad, violencia de género y vida marginal.

En Cartagena, el arte comunitario se ha vinculado al debate sobre el turismo sexual y la violencia de género. En barrios como Getsemaní y el Centro Histórico, se han realizado murales impulsados por colectivos feministas y ONG locales que buscan contrarrestar la imagen turística de la ciudad mediante mensajes de denuncia y dignificación del cuerpo femenino. Estos proyectos no siempre se articulan desde el ámbito del arte contemporáneo institucional, pero sí desde el activismo cultural y social.

Fotografía y performance: proyectos colombianos con trasfondo social 

Más allá del muralismo urbano, la fotografía documental y el performance han servido para articular narrativas alternativas sobre la prostitución.

En Cali, la herencia visual de Fernell Franco, quien documentó la vida nocturna y los espacios marginales en su serie Prostitutas (1970–), continúa inspirando proyectos de fotografía y memoria urbana promovidos por instituciones como el Museo La Tertulia. De hecho, algunos talleres han trabajado con mujeres en situación de vulnerabilidad para explorar el cuerpo y la ciudad desde la mirada artística y documental.

Asimismo, exposiciones como “Regias Reveladas” en Bogotá mostraron fotografías tomadas por mujeres lesbianas y trans que ejercen la prostitución, con el propósito de “re-humanizar” sus vidas cotidianas. 

Por otro lado, la pieza del artista Abel Azcona titulada Empatía y Prostitución (2013, Bogotá) aborda la prostitución mediante la performance y la autoficción, creando un espacio de reflexión sobre el cuerpo, la identidad y la explotación. Estas obras amplían el campo del arte contemporáneo colombiano hacia zonas de “alto impacto social”, poniendo el cuerpo de las trabajadoras sexuales como campo de visibilización y desafío de estigmas.

Entre la denuncia y la conmemoración: el arte como herramienta de cambio

El arte contemporáneo que aborda la prostitución no solo denuncia condiciones de explotación, precariedad, invisibilidad. También conmemora, documenta y dignifica. 

Al intervenir espacios públicos, donde los retratos van más allá del estereotipo y se involucran a las propias trabajadoras sexuales como colaboradoras o coautoras, se abre un espacio de transformación simbólica. 

Además, las instituciones culturales, los museos y los colectivos se convierten en aliados o plataformas para visibilidad y memoria. Como la creación del archivo La Travestiteca, espacio que documenta procesos artísticos de mujeres trans y trabajadoras sexuales en Colombia y América Latina, muestra la intersección entre arte, activismo y memoria.

Así pues, el vínculo entre prostitución y arte contemporáneo en Colombia es una puerta hacia la comprensión de cómo se construyen, se reproducen y se desafían los estigmas del cuerpo femenino, el deseo y la sexualidad. Y en lugar de permanecer invisible o silenciada, se alzan como testigo y agente de cambio.